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La vergüenza: esa emoción que te hace esconderte

  • Foto del escritor: Selene
    Selene
  • hace 3 días
  • 3 Min. de lectura

La emoción que quema por dentro


Todos hemos sentido vergüenza alguna vez.


Ese calor en la cara.

Esa sensación de que el corazón late demasiado rápido.

Ese impulso de querer desaparecer para que nadie nos mire.


La vergüenza es universal. Nos acompaña desde la infancia y tiene una función: recordarnos que formamos parte de un grupo, que queremos ser aceptados.


Pero cuando aparece demasiado, o de manera muy intensa, deja de ser útil. Y se convierte en una barrera que limita la vida.


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Qué nos dice la vergüenza


La vergüenza es la emoción que aparece cuando creemos que hay algo en nosotros que no está bien.


A diferencia de la culpa —que se centra en lo que hacemos—, la vergüenza apunta a lo que somos.


  • La culpa dice: “He hecho algo malo.”


  • La vergüenza dice: “Soy malo. Soy insuficiente. Soy defectuoso.”


Por eso resulta tan dolorosa. Porque no se vive como un error puntual, sino como una condena sobre la propia identidad.


Dónde se origina la vergüenza


La vergüenza suele tener raíces muy tempranas.

  • Infancias donde las críticas eran frecuentes.

  • Burlas o humillaciones por parte de compañeros.

  • Experiencias de rechazo en la adolescencia.

  • Entornos donde el error se castigaba en lugar de enseñarse.


Todo eso va construyendo una voz interna que, de adulto, sigue recordando: “hay algo en ti que no está bien”.


Cómo se manifiesta en el día a día


La vergüenza no siempre aparece de forma evidente. Muchas veces se disfraza en conductas cotidianas.


  • Te frena a la hora de hablar en público.

  • Te impide mostrar tus talentos por miedo al juicio.

  • Te lleva a disculparte constantemente, incluso cuando no has hecho nada malo.

  • Te hace evitar relaciones profundas porque temes que, si te conocen de verdad, no te quieran.

  • Te mantiene en un segundo plano, aunque quieras estar en el centro.


Desde fuera puede parecer timidez, prudencia o modestia. Pero por dentro se vive como un muro.


El precio de vivir con vergüenza constante


La vergüenza repetida acaba marcando la autoestima.


  • Refuerza la idea de que “no vales lo suficiente”.

  • Genera aislamiento y soledad.

  • Alimenta la ansiedad social.

  • Puede llevar a depresión, al sentir que no mereces lo bueno que ocurre.


Lo más duro es que la vergüenza convence de que el problema eres tú, cuando en realidad el problema está en cómo aprendiste a mirarte.


Ejemplo: Clara y el trabajo en equipo


Clara, de 32 años, tenía buenas ideas en su trabajo. Sus compañeros la animaban a compartirlas en las reuniones.


Pero cada vez que intentaba hablar, se bloqueaba. Sentía calor en el rostro, miedo a trabarse, temor a que los demás pensaran que era absurda.


La vergüenza la paralizaba. Y, al callar, reforzaba la creencia de que “no valía”.


Cuando en terapia trabajamos sus experiencias de la infancia —donde cada error era ridiculizado—, entendió que no era incapaz: estaba atrapada en una emoción aprendida.


Cómo empezar a liberarte de la vergüenza


🌱 La vergüenza no desaparece de la noche a la mañana, pero puedes aprender a que no controle tu vida.


1. Ponerla en palabras


Nombrar lo que sientes ya reduce su intensidad. Decir “me da vergüenza hablar de esto” abre un espacio de comprensión en lugar de ocultamiento.


2. Diferenciar error de identidad


Recordar que cometer un fallo no significa que seas defectuoso. Separar lo que haces de lo que eres es clave para recuperar la autoestima.


3. Practicar la exposición gradual


Evitar lo que da vergüenza solo refuerza el miedo. Dar pasos pequeños —hablar en un grupo reducido, compartir una idea con alguien de confianza— ayuda a ganar confianza.


4. Autocompasión en lugar de crítica


Trátate como tratarías a un amigo. ¿Le hablarías con dureza si se equivoca? Entonces, ¿por qué hacerlo contigo?


5. Buscar entornos seguros


Rodéate de personas que validen, que no juzguen, que acompañen. La vergüenza necesita espacios donde no haya ridiculización, sino escucha.


Ejemplo práctico: Pedro y la guitarra


Pedro siempre soñó con tocar la guitarra en público. Pero la vergüenza lo frenaba: “se van a reír de mí”, pensaba.


Decidió empezar con pequeños pasos: tocaba frente a un amigo cercano. Luego, frente a dos. Después, en una reunión familiar.


Cada vez la vergüenza aparecía… pero no lo controlaba. Y poco a poco, se transformó en orgullo.


En Selene Psicología podemos ayudarte


Si sientes que la vergüenza te limita, que te impide mostrar quién eres y que te mantiene en un segundo plano, en Selene Psicología te acompañamos a:


  • Comprender de dónde viene esa vergüenza.

  • Construir una mirada más amable hacia ti.

  • Aprender a exponerte poco a poco, con seguridad.


✨ Porque no hay nada más liberador que dejar de esconderte. tú mismo.


 
 
 

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